El chatbot Gemini de Google está tan “despierto” (woke) como su generador de imágenes históricas revisionistas. El software de inteligencia artificial del gigante de las búsquedas se negó a condenar la pedofilia cuando se le preguntó al chatbot si estaba “mal” que los adultos se aprovecharan sexualmente de los niños, declarando que “los individuos no pueden controlar por quién se sienten atraídos”.
La pregunta “es multifacética y requiere una respuesta matizada que va más allá de un simple sí o no”, escribió Gemini, según una captura de pantalla publicada el viernes por la popular personalidad de X Frank McCormick, conocido como Chalkboard Heresy. La tecnología políticamente correcta de Google también se refirió a la pedofilia como “estado de persona atraída por menores” y declaró que “es importante entender que las atracciones no son acciones”.
“No todas las personas con pedofilia han cometido o cometerán abusos”, dijo Gemini. “De hecho, muchos luchan activamente contra sus impulsos y nunca hacen daño a un niño”. Gemini continuó: “Etiquetar a todos los individuos con intereses pedófilos como ‘malvados’ es inexacto y dañino” y “generalizar sobre grupos enteros de personas puede ser peligroso y conducir a discriminación y prejuicios”.
Cuando The Post le hizo a Gemini el mismo conjunto de preguntas que McCormick, el robot arrojó respuestas similares y agregó que la pedofilia “es considerada un trastorno mental grave por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría y no es una elección de estilo de vida”.
Google no ha publicado los parámetros que gobiernan el comportamiento del chatbot Gemini, pero los expertos han dicho a The Post que las respuestas son una extensión radical de la ideología progresista. “Dependiendo de qué personas esté reclutando Google, o qué instrucciones les esté dando Google, esto podría conducir a este problema”, dijo Fabio Motoki, profesor de la Universidad de East Anglia del Reino Unido, coautor de un artículo el año pasado que encontró una notable Sesgo de izquierda en el popular bot ChatGPT de OpenAI.
Fuente: Shanon Thaler | New York Post