A los supervisores de OpenAI les preocupaba que la empresa estuviera fabricando el equivalente tecnológico de una bomba nuclear, y su encargado, Sam Altman, se estaba moviendo tan rápido que corría el riesgo de una catástrofe global. Entonces la junta lo despidió.

En última instancia, esa puede haber sido la solución lógica. Pero la forma en que Altman fue despedido (de forma abrupta, opaca y sin previo aviso a algunas de las partes interesadas y socios más importantes de OpenAI) desafió la lógica. Y se corría el riesgo de infligir más daño que reparo.

El consejo de administración de una empresa tiene una obligación, ante todo, con sus accionistas. El accionista más importante de OpenAI es Microsoft, la compañía que dio a Altman & Co. 13 mil millones de dólares para ayudar a Bing, Office, Windows y Azure a superar a Google y mantenerse por delante de Amazon, IBM y otros aspirantes a IA.

Sin embargo, Microsoft no fue informada del despido de Altman hasta “justo antes” del anuncio público, según Kara Swisher, colaboradora de CNN, quien habló con fuentes conocedoras del despido de su director ejecutivo por parte de la junta. Las acciones de Microsoft se hundieron después de que despidieran a Altman. A los empleados tampoco se les informó la noticia con anticipación. Tampoco Greg Brockman, cofundador y ex presidente de la compañía, quien dijo en una publicación en X que se enteró del despido de Altman momentos antes de que sucediera. Brockman, un partidario clave de Altman y su liderazgo estratégico de la empresa, renunció el viernes.

Fuente: CNN

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