Boston Dynamics añade a su robot Spot la nueva funcionalidad de generación de voz de ChatGPT, cuyo resultado es un autómata capaz de saludar a las personas en una visita a una empresa, capaz de generar acentos, creando una empatía hasta ahora desconocida en el mundo de la robótica, quizás con la excepción de aquellos “videos de robots abusados” que nos hicieron a todos ponernos de su lado y ver al malvado humano que empujaba al robot, lo golpeaba con un palo o le impedía hacer su trabajo.
Ver a Spot hablar con un impecable acento británico y luciendo un bombín y bigote puede ser divertido, pero para ser honesto, me inquieta ver a personas usando la función de síntesis de voz de ChatGPT para tener largas conversaciones en sus teléfonos inteligentes con el asistente generativo para todo, desde pasar el tiempo en atascos hasta caminar por la calle con los AirPods puestos, al estilo de la película “Her”. Es distópico y plantea una serie de cuestiones éticas.
Por supuesto, los humanos siempre hemos antropomorfizado la tecnología. Pero cuando el avance de esta tecnología permite generar voces, así como mantener conversaciones en torno a una relación personal, y cuando esto es comercializado como una forma de normalización por empresas poco éticas con un historial de moverse rápido y romper cosas, entonces estamos coqueteando con el desastre y potencialmente creando problemas psicológicos a las personas vulnerables.
Cualquiera que conozca la importancia que los adolescentes conceden a sus ídolos, por ejemplo, o que se plantee lo bueno que podría ser para un adulto con problemas personales utilizar un algoritmo como terapia, con pocas limitaciones y con la posibilidad de sufrir alucinaciones ocasionales, comprende que está en un camino resbaladizo. pendiente. En resumen, es muy probable que estas relaciones virtuales no sólo sean propensas a funcionar mal, sino que sean instrumentalizadas para influir en el comportamiento de las personas que las mantienen.
Fuente: Medium
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